Y ahora, ¿qué hago con lo que siento?

Las emociones que surgen de situaciones difíciles pueden ser variadas y complejas. Por ejemplo, en pandemia, para algunas personas, el miedo y la ansiedad se entrelazaron con la tristeza y la pérdida; la soledad y la incertidumbre se convirtieron en compañeras y compañeros constantes; mientras que para otras, la esperanza y la resiliencia luchaban por abrirse paso entre el encierro.

Las situaciones difíciles sacuden profundamente la habitualidad, poniendo a prueba la fortaleza emocional y la capacidad para adaptarse a situaciones desconocidas.

Luego de experimentar un evento complejo, no se puede simplemente dejar que las emociones se desvanezcan en el olvido o se enquisten en algún rincón de la biología. Se deben enfrentar, abrazar y aprender de ellas. Porque es en el proceso de reconocer y gestionar las emociones donde se encuentra el poder de transformación, superación, fortaleza y crecimiento.

  1. En primer lugar, es esencial permitirse sentir. No se deben ignorar ni reprimir las emociones, por incómodas que sean. Por ejemplo, la tristeza, el miedo o la frustración son respuestas naturales (adaptativas) a las circunstancias vividas. Al reconocer y aceptar las emociones se da espacio para liberar el peso que algunas personas o personas en general puedan llevar en su interior.
  2. Es importante buscar formas saludables de expresión. La creatividad, la escritura, el arte, la música, el ejercicio o la conversación con sentido humano, son solo algunas de las herramientas que se pueden utilizar para dar voz a las emociones. Al canalizar las experiencias vividas a través de medios constructivos, es posible encontrar, para algunas personas o personas en general, alivio y una comprensión más profunda de sí mismo.
  3. Asimismo, la conexión humana juega un papel fundamental en el manejo de las emociones. Compartir las propias experiencias con otras personas favorece el sentirse comprendido(a/os/as) y apoyado(a/os/as). Encontrar espacios seguros donde dialogar y compartir los propios sentimientos brinda la oportunidad de estar juntos en la emoción y «acompasar» el sentir, recordando que no se está solo(a/os/as) en esta travesía.
  4. La reflexión también es crucial en este proceso. Tomarse el tiempo para mirar hacia atrás y hacia adentro. Comprender que las vivencias impactan en la dimensión emocional, y ello resulta en una oportunidad para extraer lecciones valiosas (aprendizajes). Una forma de hacerlo es respondiendo a preguntas abiertas: ¿qué fortalezas descubrió en sí mismo(a/os/as)? ¿Qué valores y prioridades han cambiado? ¿Qué aspectos de su vida desea preservar o transformar? La introspección brinda la oportunidad de crecer y de construir un futuro más resiliente y significativo.
  5. Orbitar el equilibrio emocional puede llevar tiempo. No hay un cronograma establecido ni tampoco un camino único. Todas las personas llevan sus propios tiempos, intensidades y ritmos. La recomendación es ser compasivo consigo mismo(a/os/as), reconociendo que el proceso de alcanzar el equilibrio emocional es personal y cada paso cuenta.

Si resuena con lo anterior, utilice los siguientes tips basados en el coaching para promover un entorno de bienestar emocional en el contexto laboral:

  • Fomentar la comunicación abierta: Anime a los miembros de su equipo a compartir sus emociones y preocupaciones. Establezca espacios seguros donde puedan expresarse sin temor a juicios. La escucha activa y la empatía son fundamentales para construir relaciones sólidas y promover la salud emocional.
  • Promover el autocuidado: Anime a su equipo a priorizar el autocuidado. Recuerde la importancia de equilibrar el trabajo y la vida personal, alentando descansos regulares, estableciendo límites claros y fomentando actividades que promuevan la relajación y el bienestar, como la meditación, el ejercicio o el tiempo libre para hobbies.
  • Fomentar la resiliencia: Ayude a su equipo a desarrollar habilidades de resiliencia emocional. Anime la adopción de una mentalidad de crecimiento, fomentando la adaptabilidad y la capacidad de encontrar soluciones creativas ante los desafíos. Brinde apoyo y recursos para fortalecer la resiliencia individual y colectiva.
  • Ofrecer apoyo y recursos: Proporcione recursos y programas de apoyo emocional, como asesoramiento, sesiones de coaching o talleres de manejo del estrés. Haga hincapié en la importancia de buscar ayuda cuando sea necesario y promueva una cultura de apoyo mutuo dentro del equipo.
  • Establecer metas realistas: Ayude a su equipo a establecer metas claras y alcanzables. Esto les dará un sentido de dirección y logro, lo que puede contribuir a un mayor bienestar emocional. Asegúrese de que las metas estén alineadas con las capacidades y recursos disponibles, evitando sobrecargas excesivas que puedan generar estrés adicional.

Cada persona tiene una experiencia emocional única. Brindar apoyo, comprensión y flexibilidad a su equipo, reconociendo que cada persona tiene su propio ritmo de adaptación para llegar a percibir un bienestar emocional. Al abordar las emociones complejas de manera efectiva, podrá construir un entorno laboral más saludable y resiliente.


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