Las emociones que surgen de situaciones difíciles pueden ser variadas y complejas. Por ejemplo, en pandemia, para algunas personas, el miedo y la ansiedad se entrelazaron con la tristeza y la pérdida; la soledad y la incertidumbre se convirtieron en compañeras y compañeros constantes; mientras que para otras, la esperanza y la resiliencia luchaban por abrirse paso entre el encierro.
Las situaciones difíciles sacuden profundamente la habitualidad, poniendo a prueba la fortaleza emocional y la capacidad para adaptarse a situaciones desconocidas.
Luego de experimentar un evento complejo, no se puede simplemente dejar que las emociones se desvanezcan en el olvido o se enquisten en algún rincón de la biología. Se deben enfrentar, abrazar y aprender de ellas. Porque es en el proceso de reconocer y gestionar las emociones donde se encuentra el poder de transformación, superación, fortaleza y crecimiento.
- En primer lugar, es esencial permitirse sentir. No se deben ignorar ni reprimir las emociones, por incómodas que sean. Por ejemplo, la tristeza, el miedo o la frustración son respuestas naturales (adaptativas) a las circunstancias vividas. Al reconocer y aceptar las emociones se da espacio para liberar el peso que algunas personas o personas en general puedan llevar en su interior.
- Es importante buscar formas saludables de expresión. La creatividad, la escritura, el arte, la música, el ejercicio o la conversación con sentido humano, son solo algunas de las herramientas que se pueden utilizar para dar voz a las emociones. Al canalizar las experiencias vividas a través de medios constructivos, es posible encontrar, para algunas personas o personas en general, alivio y una comprensión más profunda de sí mismo.
- Asimismo, la conexión humana juega un papel fundamental en el manejo de las emociones. Compartir las propias experiencias con otras personas favorece el sentirse comprendido(a/os/as) y apoyado(a/os/as). Encontrar espacios seguros donde dialogar y compartir los propios sentimientos brinda la oportunidad de estar juntos en la emoción y «acompasar» el sentir, recordando que no se está solo(a/os/as) en esta travesía.
- La reflexión también es crucial en este proceso. Tomarse el tiempo para mirar hacia atrás y hacia adentro. Comprender que las vivencias impactan en la dimensión emocional, y ello resulta en una oportunidad para extraer lecciones valiosas (aprendizajes). Una forma de hacerlo es respondiendo a preguntas abiertas: ¿qué fortalezas descubrió en sí mismo(a/os/as)? ¿Qué valores y prioridades han cambiado? ¿Qué aspectos de su vida desea preservar o transformar? La introspección brinda la oportunidad de crecer y de construir un futuro más resiliente y significativo.
- Orbitar el equilibrio emocional puede llevar tiempo. No hay un cronograma establecido ni tampoco un camino único. Todas las personas llevan sus propios tiempos, intensidades y ritmos. La recomendación es ser compasivo consigo mismo(a/os/as), reconociendo que el proceso de alcanzar el equilibrio emocional es personal y cada paso cuenta.
Si resuena con lo anterior, utilice los siguientes tips basados en el coaching para promover un entorno de bienestar emocional en el contexto laboral:
- Fomentar la comunicación abierta: Anime a los miembros de su equipo a compartir sus emociones y preocupaciones. Establezca espacios seguros donde puedan expresarse sin temor a juicios. La escucha activa y la empatía son fundamentales para construir relaciones sólidas y promover la salud emocional.
- Promover el autocuidado: Anime a su equipo a priorizar el autocuidado. Recuerde la importancia de equilibrar el trabajo y la vida personal, alentando descansos regulares, estableciendo límites claros y fomentando actividades que promuevan la relajación y el bienestar, como la meditación, el ejercicio o el tiempo libre para hobbies.
- Fomentar la resiliencia: Ayude a su equipo a desarrollar habilidades de resiliencia emocional. Anime la adopción de una mentalidad de crecimiento, fomentando la adaptabilidad y la capacidad de encontrar soluciones creativas ante los desafíos. Brinde apoyo y recursos para fortalecer la resiliencia individual y colectiva.
- Ofrecer apoyo y recursos: Proporcione recursos y programas de apoyo emocional, como asesoramiento, sesiones de coaching o talleres de manejo del estrés. Haga hincapié en la importancia de buscar ayuda cuando sea necesario y promueva una cultura de apoyo mutuo dentro del equipo.
- Establecer metas realistas: Ayude a su equipo a establecer metas claras y alcanzables. Esto les dará un sentido de dirección y logro, lo que puede contribuir a un mayor bienestar emocional. Asegúrese de que las metas estén alineadas con las capacidades y recursos disponibles, evitando sobrecargas excesivas que puedan generar estrés adicional.
Cada persona tiene una experiencia emocional única. Brindar apoyo, comprensión y flexibilidad a su equipo, reconociendo que cada persona tiene su propio ritmo de adaptación para llegar a percibir un bienestar emocional. Al abordar las emociones complejas de manera efectiva, podrá construir un entorno laboral más saludable y resiliente.