Durante los últimos días, nos hemos reunido a conversar sobre lo que nos acontece como equipo Metamorfosys. Nos juntamos virtualmente a dialogar sobre aquello que nos desafía y también a compartir nuestras experiencias personales en pandemia.
Con la intención de estimular la conversación, compartimos acá una de nuestras reflexiones.
La velocidad de las plantas
Para mí, la pandemia es algo parecido a un pequeño botón que está en alguna parte de nuestro cuerpo, y que al ser presionado detona esas feas carencias que nos cuesta presumir. Difíciles de imaginar.
La pandemia es audaz, atrevida, ambiciosa, tiene coraje, se queda aún cuando nadie la quiere. La pandemia persiste echando raíces por donde avanza.
Además, la pandemia es flexible, mutable, expansiva, poderosa, grande y robusta… En cierto modo una respetable emprendedora de nuestros tiempos.
Si la pandemia es un virus contagioso que nos hace vulnerables, entonces la pandemia para mí habita en la cantidad de recuerdos que anhelo volver a vivir, está en los abrazos que he perdido, en las tardes conmigo.
Mi pandemia no está afuera, no está en los parques vacíos ni en los restaurantes desocupados, no está en las calles apuradas ni en las salas de clases sin estudiantes. Mi pandemia está en otro lugar.
Cada vez que pienso en la pandemia se me atora el tiempo. Me quedo en silencio. Conecto con la velocidad de las plantas. Cuando pienso en la pandemia retomo el conteo de los días que llevo sin hablar con humanos, sin compartir una risa grande y larga.
La pandemia me pone quieto, en silencio, pero no en ese silencio vacío sino en el silencio presente; ese que habla de mí, de sombras y miedos, de cambios y ambiciones.
La pandemia me conecta con las rebeldías, con las banderas. Mi pandemia está en la impotencia del encierro forzado; en las ganas de hacer lo que acostumbraba a hacer; es decir, en esa demencia de querer seguir el ritmo. La pandemia está en el poder.
¿Qué he perdido con la pandemia?… hábitos correctos, gente desconocida, personas apuradas. La pandemia se llevó varios de mis bordes, mi desconfianza.
¿Qué he ganado?… Tiempo de buena calidad, comida en casa, un abismo sin certezas. He ganado espacio.
En la pandemia he enganchado varias veces con el tiempo y sus pausas espesas, pesadas, cuajos grandes; con ese tiempo sarcástico, bromista; ese que me llevó hacia dentro: a esa infinita vulnerabilidad que es mi propia pandemia.