Observarnos en el presente nos lleva conecta con el aquí y el ahora. Nos sitúa en un tiempo y espacio actual, palpable; el lugar que estamos experimentando en este preciso tiempo y espacio. A veces con los riesgos que eso conlleva, otras veces con las amenazas que percibo experimentar. Cualquiera sea el foco con que nos detengamos a observar el presente (optimista, pesimista, aventurero, prisionero, etc.) dicha observación estará sujeta a la percepción que tenemos de nosotros mismos y del entorno que habitamos.
Observate, ¿a qué tiempo viajas?
El presente nos muestra una emoción, un pensamiento y una corporalidad particular, propia nuestra, que experimentamos a propósito de lo inmediato. En este tipo de reflexiones la temporalidad es un elemento valioso a considerar.
Mirar a consciencia y con entusiasmo aquello que nos pasa en el «ahora» puede abrir una serie de reflexiones y/o inquietudes que permitan orientar y guiarnos hacia una «capa más profunda» en el acto de pensarse y/o sentirse. Esta observación hacia uno mismo no necesariamente es punzante hacia dentro, como impulsados por una fuerza centrípeta; también puede ser vertical, horizontal, circular, diagonal, todo depende de nuestro interés y atención.
Presente con ojos de pasado/futuro
Existen reflexiones sobre el «ahora» que nos llevan a vernos en el «pasado», desde la experiencia aprendida: allá en el día, mes y año cuando experimentamos tal o cual cosa/evento (cuando aprendimos a ser así). Tal vez sea ahí precisamente donde esté el origen de esto que nos pasa en el presente, tal vez sea ahí donde nos expliquemos las cosas que pensamos, sentimos y hacemos hoy.
Las personas creemos en aquello que hemos aprendido antes. Para que un nuevo aprendizaje ocurra debe existir uno previo que lo sustente, como una torre y su base. Además, una actitud de «apertura» a lo nuevo y a lo diferente; humildad para permitir que otro u otra me enseñe; también debe estar presente el juicio de «posibilidad».
Para que ocurra un aprendizaje significativo es importante conectarlo con lo antiguo y lo nuevo; articularlo con nuestra motivación y emoción, con lo que somos y hemos experimentado, sobre todo para aquellos aprendizajes que son capaces de transformarnos.
Hay reflexiones hechas en el presente que nos llevan hacia el «futuro», como una forma de proyectarnos mentalmente hacia un lugar y tiempo que no ha ocurrido y no existe aún. ¿Qué nos provoca una observación de este tipo? placer, disfrute, relajo, alegría, o angustia, pena, rabia, miedo… ¿qué dice esto de nosotros?.
Cuando en el presente…
El siguiente gráfico resume algunas ideas y conceptos como una aproximación a lo que planteamos en este artículo. Creemos que puede favorecer la indagación personal, No pretende ser una guía ni una respuesta, más bien un conjunto de preguntas que amplíen el fenómeno que se desea observar con mayor atención.
Las emociones son el motor de nuestro quehacer, y el lenguaje colabora potentemente en la construcción de la realidad que percibimos y la manera en que nos pensamos. A continuación te dejamos algunas preguntas para tu reflexión y descubrimiento personal:
- Cuando te observas en el pasado: ¿qué emoción aparece?, ¿qué piensas de ti?
- En tu futuro: ¿qué ves? ¿qué sentimientos te provoca?
- En el presente: ¿cómo te percibes?, ¿qué dice tu cuerpo ahora?, ¿lo que hoy haces tiene que ver con tus propósitos fundamentales?
- ¿Qué dialogo mental persiste mientras respondes a estas preguntas?, ¿cuál o cuáles son tus juicios?
- ¿Hacia qué lugar te llevan tus reflexiones?
- ¿Qué emoción experimentas haciendo este ejercicio?
Si deseas ampliar y/o profundizar esta experiencia indagativa te invitamos a tomar contacto con nosotros. En Metamorfosys trabajamos con procesos transformadores, significativos y orientados a la acción que surgen de la indagación y la toma de consciencia.
Creemos que el ser humano construye su propia realidad en la medida que se piensa y toma consciencia de sí. Creemos que las personas nos formamos y modificamos según experimentamos las emociones (base de las habilidades relacionales), la forma en cómo percibimos el mundo y también cómo nos percibimos en él.
Los seres humanos tomamos decisiones que son parte de una serie de acciones que hacen posible alcanzar una meta, un objetivo, un propósito; tenemos la capacidad de ampliar nuestros recursos permanentemente (plasticidad): tenemos la capacidad de constituirnos en quién queremos ser, aceptando y amando nuestra propia naturaleza, flexible e inmersa un contexto incierto.